“A LA GARDUÑA”

Editorial

PUES no. Dejaron al colectivo en la estacada con el equivalente al español de la frase aquella del embajador Arcos remitida por la empresaria progresista. Como que ella tampoco atina con la traducción apropiada. El dicho, muy peculiar de los norteamericanos, es este: “Here, everybody is on the take and the fix is in”. Y es que para las frases coloquiales de los distintos idiomas a veces no hay traducción literal. Esperábamos la asistencia de alguno de los asiduos lectores, pero uno de ellos más bien, el otro día –respecto a la increpación del rey Luis XIV al presidente del parlamento: “El Estado soy yo”– mandó el texto del pasaje en francés. Winston –ya que nosotros no parlamos el idioma– tuvo que hacer la traducción al castellano. Así que, si el amigo se quedó hablando en “français”, ya sería pedir mucho ponerlo a practicar el inglés.

Solo restaría agradecer a otros que hicieron el intento. Otro lector: “El equivalente a la expresión de Arcos –aunque hay que ver cómo verdaderamente la traducen al español ya que la mayoría de las veces no es literal– sería lo siguiente: “Aquí todo el mundo está aprovechando y la solución está hecha”. Otro miembro del colectivo aduce que el dicho le recuerda la frase, “a la garduña”. Lo que trae a la memoria las piñatas que, de cipotes, reventábamos en los cumpleaños. No sabríamos decir si, así como eran entonces, las elaboran ahora, ni tampoco si todavía –con tanto chunche tecnológico para la distracción infantil– acostumbran quebrar piñatas en los cumpleaños. Pero, las piñatas del recuerdo eran una tinaja de barro forrada de papel periódico, pegado con engrudo, apelmazado con alambre y lo de afuera adornado con papelillo de colores. La forma exterior era confeccionada con un cartón pintado –una especie de máscara o caricatura artesanal– de acuerdo a la figura que se deseaba representar. La mamá del cumpleañero llenaba de dulces, juguetes y golosinas la vasija de barro. Guindada de un lazo –con que subir y bajar el pichingo– para que los chigüines vendados, después de varias vueltas que les daban para desorientarlos, intentaran darle con un palo de escoba. Una vez agotado el turno de cada uno en la fila de aporreadores, tirando batazos a lo loco –mientras la concurrencia, procurando guiar al vendado hacia el objetivo, gritaba: “arriba, abajo, atrás, a los lados, en el suelo”– le daban el palo al agasajado, ya sin venda, para que tuviese el honor de romperla. Ya con el estropicio caído se lanzaba el tumulto a recoger chucherías hasta llenarse las bolsas. Pero como los más grandecitos eran los que más pescaban, en detrimento de los chiquitos, siempre al final venía el momento de la justicia, cuando la mamá, de una bolsa escondida, sacaba confites y los tiraba “a la garduña”.

(Para mejor proveer –entra el Sisimite– el diccionario de americanismos de la lengua española define garduña como “juego de niños que consiste en lanzar cosas a la arrebatiña”. Ahora te toca aproximar el significado de la frase del embajador. -En realidad –interviene Winston– la frase engancha dos conceptos en uno. El primero sería la de tratar de aprovecharse u obtener ganancia –usualmente fiduciaria– de una situación. Y el segundo: El resultado de algo –un juego o un concurso–está siendo controlado o influenciado en forma amoral. O sea –interrumpe el Sisimite– lo que intenta, un sector de los mismos de antes, que aspira regresar, cayéndole al control –como lo tuvieron– de los órganos electorales. Por eso los han agarrado de piñata, dándole de palos a todo el avance que se hizo impidiendo el paso de políticos mañosos y de resultados dudosos, sustituyéndolos por entes equilibrados e imparciales que –a pesar de la vorágine de la pandemia y a las maniobras del oficialismo para quedarse– depuraron el censo, emitieron nueva tarjeta de identidad, garantizaron a todos los ciudadanos hábiles su voto, tutelaron elecciones limpias y reconocidas. Gracias a ello hubo paz en el país y se evitó la insufrible crisis post electoral de otros tiempos. -Eso parece –interviene Winston– una satánica campaña –vociferada por monitos cilindreros– rociando el ambiente de desconfianza para estropearle a la gente su esperanza, y de paso arruinar la fe democrática, en las próximas elecciones. -Y si revientan la piñata –se lamenta el Sisimite– allí estarán voraces los políticos resabidos de siempre, en la arrebatiña de los cargos, como confites que se reparten a la garduña).