ENEE sigue en caída libre

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A pesar de todos sus programas y medidas, el gobierno no ha frenado la caída libre de las finanzas de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) al cerrar el año con pérdidas superiores al 37 por ciento, frente al 33 por ciento del 2022, estimaron diferentes fuentes.

El presidente del sindicato, Miguel Aguilar, consideró que ni la intervención del gobierno actual ni el montaje de una nueva estructura para la reducción de pérdidas han dado los resultados. Tampoco sirvió rescindir el contrato de cobros con el consorcio colombiano EEH.

Este programa de reducción de pérdidas fue lanzado por todo lo alto a mediados de este año con la intención de detener el hurto y las fallas de distribucción y generación, pero hasta ahora los resultados no se miran, cuestionó.

Diversos sectores vinculados al subsector eléctrico han cuestionado más bien que en este nuevo gobierno la estructura burocrática más bien aumentó con más personal, altos salarios y otro gasto corriente aumentando la brecha fiscal de la estatal energético.

De acuerdo a las estimaciones de los expertos, cada punto en pérdidas, equivale a 17 millones de dólares (más de 200 millones de lempiras), lo que determina el sangrado fiscal de esta empresa para el gobierno, que tiene que compensar esas pérdidas con recursos del presupuesto nacional.

La gerente comercial, Delmi Padilla, admitió que las pérdidas este año alcanzarían los 38 puntos, lo que equivale a unos 43 millones de lempiras diarios. La Comisión Económico para América Latina (CEPAL) dijo en un reciente informe que la ENEE es una de las empresas peor gestionadas de la región.

Al respecto, la no gubernamental Hondureña Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) detalló estas pérdidas en 406 lempiras cada segundo debido al hurto y fallas técnicas. También cuestionó la alta burocracia que también sangra las finanzas de esta compañía.

La misma entidad reguladora, denominada CRE, es considerada por varios sectores como una carga dada su millonaria planilla por hacer nada. A esto se suma, una Secretaría de Energía que choca también con las funciones tanto de la CRE como de la propia ENEE. Las operaciones de estos tres entes burocráticas contribuyen al sangrado financiero de la estatal energética, que, en general, supera los 75 mil millones de lempiras.