HISTORIAS HERMOSAS, TAMBIÉN

Editorial

HAY escuelas –mensaje de una amiga– puentes, centros de salud levantados que hoy rinden testimonio”. Otra lectora: “También recuerdo esa época; yo era estudiante universitaria y nos tocó ir a limpiar cerca de donde estaba la Penitenciaría Nacional”. Otro mensaje: Era un niño de 14 años cuando el Mitch, y recuerdo que acá en La Ceiba el río Cangrejal derribó los dos puentes que comunican con el sector este”. “Tengo el recuerdo que íbamos con mi papá, y teníamos que bajar por escaleras instaladas en el extremo remanente de uno de los puentes para ir al mercado a comprar víveres porque en el sector incomunicado se nos agotaron en cuestión de 5 días”. Otra vieja amiga: “Cómo olvidar el día que usted llegó a Trujillo proveniente de Guanaja”. “Lucía desencajado y su mirada triste y preocupada de tanta destrucción”. “Pensé, la responsabilidad que tenía sobre su espalda; si yo como gobernadora sentía que hacía un montón sin que nada se notara, ante la magnitud del caos…”. “Reinaba la tristeza, la desesperanza por doquier… (Las historias que relata como otras de un buen amigo allá en Colón, quedan pendientes).

“Cada 31 de octubre –escribe una empresaria amiga que entonces dirigía una institución pública– recuerdo esa noche como si fuese ayer”. “Salimos tarde del INHFA terminando de enviar todas las provisiones que con ayuda del PMA estábamos distribuyendo hacia la costa norte por instrucciones de nuestra Primera Dama”. “Sin imaginarnos que Tegucigalpa esa noche se inundaría totalmente”. “Recuerdo claramente cuando recibí la llamada aconsejando despachar a todo el personal ya que estábamos a las puertas del azote de un huracán”. “Tegucigalpa, así como todo el país, amaneció con el desastre jamás visto, pero como bien dice su amigo periodista, aquel liderazgo, el trabajo en equipo coordinado, sumado a la gestión y la confianza que generó, logramos la reconstrucción con la solidaridad y el apoyo de países amigos”. “¿Cómo olvidar aquella desgracia que cambió muchas vidas, pero a la vez nos hizo fuertes y resilientes ante la adversidad?”. “No ha habido desastre semejante y a pesar de eso Honduras se repuso y salió adelante”. Otro testimonio: “Honduras quedó devastada en toda su geografía nacional por ese monstruo que causó muerte, desapariciones, luto, pobreza, destrucción casi total, entre un 85 y 90% en la infraestructura y, por supuesto, mucho dolor y llanto al ver semejante tragedia”. “No podemos dejar de agradecerle a Dios por su misericordia”. “Yo tuve la dicha de recibir en mi casa a un perro de rescate de raza pastor alemán que trajeron los mexicanos y desconozco las razones por las cuales no regresó a México y quedó en manos de un joven estudiante de ingeniería que trabajó de lleno en su zona totalmente destruida por el huracán”. “Resulta que al año de tener al perro no podía pagar la subsistencia de aquel hermoso e inteligente can de nombre Duke y se lo regaló a mi hijo, quien era su compañero en la universidad”.

“Duke –prosigue relatando– estuvo muchos años con nosotros y nos dio mucha alegría; a cambio nosotros le dimos mucho amor hasta que se nos fue”. “Lo internamos varios días en la clínica y cuando ya su cuerpo no respondía ni para poder pararse y lo andábamos visitando en el hospital, solo salió del espacio donde ya lo tenían totalmente bañado, muy limpio su cuerpo y agarró fuerzas para dar unos cuantos pasos con enorme dificultad y nos quedó viendo con mucho amor, con sus ojos ya muy tristes, y el médico solo dijo despídanse de él, está sufriendo demasiado, ya no puede más, son pocas horas que le quedan”. “Cuento la historia de algo hermoso que en medio del dolor nos dejó el huracán”. “A nuestro amado perro que vino a ayudar desde México”. “Mitch nos volvió a todos los hondureños más solidarios, más unidos y más humanos; nos volcamos a apoyar la reconstrucción del país poniéndonos nuestras botas de hule y capotes, con pala en mano, ayudando a limpiar las anegadas calles y viviendas llenas de lodo”. “Era parte del trabajo social de los jóvenes, pero también la obligación de empleados y funcionarios públicos”. “Muchos y muchas poniendo nuestro grano de arena en los centros de acopio en las instituciones para las cuales trabajábamos”. “Y había un líder, una cabeza, dando el ejemplo que siempre nos decía: “Honduras, no estamos vencidos estamos de pie”. “En cuanto a Winston, él no había nacido, pero ha dedicado su vida a estudiar, aprender y profundizar sus conocimientos en todos los campos de la realidad nacional e internacional”. “Ahí radica su madurez y sabiduría”. “Por eso habla con tanta certeza de todo”. “Que importante son nuestros amados y fieles compañeros amigos”. “Comencé hablando de Duke y terminé hablando de Winston porque ellos están siempre a nuestro lado cuando más les necesitamos”. (¿Y cómo –entra el Sisimite– no vas a formarte como Dios manda –hasta el colectivo reconoce tu sabiduría– si yo soy tu tutor? -Esta vez –responde Winston– dejando de lado la ironía no voy a decirte que aprendo porque sabe más el diablo por viejo que por diablo. Mejor un proverbio chino sobre la sabiduría “Antes de ser un dragón, hay que sufrir como una hormiga…” -Pues sí –agradece el Sisimite– “la vejez no es una carga, es una oportunidad para compartir la sabiduría acumulada a lo largo de los años”. -Es que platicando se entiende la gente –solloza Winston– como demostración de la utilidad de este conversatorio).