¿MATA MOSCAS?

Editorial

JAJAJA–escribe una buena amiga– buenísimo todo el editorial con un cierre fenomenal”. “¿Qué no decir de nuestra Honduras?”. “Argentina rica y pobre a la vez”. Alude a retazos reproducidos de un artículo del WP: “¿Qué es lo que los argentinos secretamente prefieren y contra lo que luego se enojan cuando efectivamente esa preferencia se materializa?”. “Esa preferencia no es otra que la pobreza: Los argentinos prefieren la pobreza”. “Por supuesto no van a admitirlo a viva voz”. “De hecho, viven enojados contra la pobreza. O al menos eso dicen”. “La riqueza que los argentinos repugnan es la que se produce como fruto del éxito lícito”. “Al tipo de “rico” que el argentino odia es al que obtuvo su riqueza por la vía del triunfo en la vida laboral legal”. “Contrariamente, no se observan condenas firmes contra los que, incluso obscenamente, pavonean la riqueza que hicieron como consecuencia de actividades ilícitas, provengan ellas de la corrupción pública (funcionarios ladrones, sindicalistas mafiosos) o de actividades delictivas “privadas” como los narcotraficantes o los delincuentes comunes”. “El prototipo del resentimiento argentino es aquel que tuvo éxito material en la vida por la vía del trabajo lícito”.

Otra buena amiga: Me dejan poco o nada que comentar; el Sisimite y Winston se encargan de hacer cierres como solo ellos saben hacerlo”. “Hoy, una vez más, se lucieron”. Se refiere a esta conversación de cierre: (Pero eso –entra el Sisimite– por lo que agarraron de encargo a los argentinos en ese artículo, siendo justos, ¿no sería síndrome solo de los argentinos, sino generalidad de muchas otras sociedades latinoamericanas? -Si solo eso fuera –interviene Winston– ¿y qué decís de esa mentalidad de no aceptar responsabilidad alguna por la desgraciada suerte, sino victimizarse, buscando a qué o a quiénes echar la culpa por las carencias? -Si tenés razón –replica el Sisimite– vos pasas quejándote que no te llevaron, echándole la culpa a la nieta, y no aceptas que sos tan inquieto que le ibas a armar un relajo en el avión. -Y vos –solloza Winston– que pasas renegando de tu soledad y cuando te quiero presentar a alguien, te escondés y cuidadito lo traigo. Y cuando vengo solo, refunfuñás ¿por qué no traje a fulano o a zutano?, que es culpa mía). Respecto al editorial más reciente el mensaje de un buen amigo: “Una singular correspondencia entre el Arcángel San Miguel y el “hermano” Lucifer nos revela el verdadero papel del máximo símbolo del mal en nuestra existencia”. “Una extraordinaria aventura literaria, en la que descubriremos por qué el demonio ha despertado siempre los más vivos y contradictorios sentimientos entre los hombres; nos presenta la confrontación del hombre con el demonio y hace aparecer en el espejo de la maldad los rincones más oscuros y aterradores del alma humana”. “PS. Sin embargo, recuérdele sutilmente a su amiga: “dicen que es inocencia prestar un libro, pero más inocente el que lo devuelve”.

La amiga doctora: “Pienso que vivimos una época donde el ser humano aún es poco evolucionado en su pensamiento y accionar”. “En relación a comentarios del colectivo, muchos escritores como Jean Paul Sartre, Nietzsche, dramaturgos como William Shakespeare, exploran la complejidad del ser humano”. “Todos los dichos populares consignados son útiles, en el día a día, del ser humano”. “Y diablos de zacate” parece ser una frase que podría referirse a un hombre muy travieso y dificultoso”. “¿Seremos todos diablos de zacate? (¿Supiste que del colectivo –entra el Sisimite– mandaron capturas de pantalla tomadas del Internet, sobre la frasecita “hacer diablos de zacate”? Pero solo texto usando la frase nada sobre el origen de la misma. -Ah pues –interviene el Winston– ¿ni diablos sobre el origen? -¿Y qué diablos esperabas –interrumpe el Sisimite– si la gente pasa ocupada en lo suyo y no buscando el origen de los dichos. -Pues –riposta Winston– nos llevó el diablo, porque siempre es bueno saber de dónde vienen las cosas. -Pero ¿qué demonios estás diciendo –rezonga el Sisimite– con eso que nos llevó el diablo? -Ni se te ocurra enojarte –lo tranquiliza Winston– que “riña de hermanos, riña de diablos”. -No perdamos el tiempo –aconseja el Sisimite– hablando de cosas inútiles, no ves que “cuando el diablo no tiene que hacer, mata moscas con la cola”. -Cualquier cosa –suspira Winston– menos venderle el alma al diablo”. Cerremos pues –sugiere el Sisimite– “Donde está la paz, Dios está, donde no, Lucifer y Satanás”).