Un estudio en Estados Unidos revela que Centroamérica presenta un creciente potencial para las plantaciones de coca.

País

Un estudio de la Universidad de Ohio, publicado este martes, advierte que la mitad norte de Centroamérica posee condiciones propicias para la expansión de plantaciones de hoja de coca, lo que podría convertir a la región en un actor significativo en el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.

El análisis revela que el 47% del territorio de Honduras, Guatemala y Belice cuenta con el clima y el suelo adecuados para el cultivo de coca, que históricamente ha sido predominante en América del Sur.

Kendra McSweeney, coautora del estudio y profesora de Geografía en la Universidad de Ohio, señaló que “el largo monopolio de Suramérica sobre la producción de coca para el mercado internacional de cocaína ha llegado a su fin”.

La investigación, publicada en la revista Environmental Research Letters, se originó a partir de informes sobre operativos de erradicación de cultivos de coca por parte de las fuerzas de seguridad en varios países centroamericanos.

McSweeney indicó que, aunque el cultivo de coca en Centroamérica es actualmente poco común y se limita a áreas remotas, el estudio sugiere que podría expandirse, especialmente si las políticas antidrogas actuales continúan. Las redadas policiales y la destrucción de cultivos pueden llevar a los narcotraficantes a trasladar sus operaciones a otras regiones, y Centroamérica “podría convertirse en uno de los próximos lugares afectados por estas dinámicas”.

Desde el fin del conflicto armado en Colombia en 2016, se han desarrollado nuevas rutas para el mercado de la coca, incluyendo el cultivo en áreas más cercanas a Estados Unidos. Además, el estudio destaca que en América Central hay menos regulaciones sobre los productos químicos necesarios para convertir la coca en cocaína en comparación con Colombia.

El cultivo en Centroamérica también permite evadir las restricciones de la Guardia Costera sobre los barcos que transportan cocaína desde Suramérica. Los autores debatieron éticamente sobre la publicación de sus hallazgos por el riesgo de que el crimen organizado los use para expandir sus operaciones, pero decidieron hacerlo para que el público esté informado y preparado.