¿YA DICHO?

Editorial

NOS podrán quitar el sueño –cita una amiga una frase del Quijote, a propósito de otro comentario, “los que riegan desconfianza y despliegan cinismo en realidad son perezosos que no tienen las luces para soñar”– pero nunca las ganas de soñar”. Hablando del Quijote, parte de un artículo –en ocasión del Día del Idioma– reenviado por una lectora: “Se trata de un viejo desdentado y raquítico; de barba plateada y brazo inútil; de mirada torva en apariencia, pero limpia en esencia”. “Roza los setenta años, y la muerte se perfila más claramente cada mañana a los pies del camastro”. “Es Miguel de Cervantes Saavedra, ese escritor que había ganado fama con la primera parte de su Quijote, pero que va a morir tartamudo, pobre, abandonado y desprovisto de todo prestigio”. La dedicatoria de su libro postrero, Persiles, es una de las páginas de mayor calidad de la historia universal:

«Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, esta te escribo. Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo esta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir…». “El Quijote es la mejor novela de todos los tiempos” –prosigue el artículo– y la “primera obra de arte que se basa en la razón más allá de la fantasía”. “Cervantes rompe con lo que había sido la literatura hasta entonces: mitos, brujas, héroes, amor cortés, etc., son todos sustituidos por un personaje que debajo del traje de una falsa locura esconde la razón que más tarde daría paso a las luces y en general al pensamiento moderno”. “La sempiterna comparación con William Shakespeare no se sostiene cuando comprobamos que el bardo inglés no rompía con nada de lo previo…” “Cervantes analiza los grandes dilemas del ser humano con soterrada ironía y extraordinaria perspicacia, y crea una filosofía profunda, antropocéntrica, moderna, insuperable”. (Fin de los extractos). La jurista amiga: “Dicen por ahí que somos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios”. “El título del editorial me recordó mi época en la judicatura… cuando en los interrogatorios los imputados eran preguntados sobre los hechos que se les atribuían, algunas veces contestaban “esos son decires de la gente”…o “ya van con esos acúmulos que me hacen…”. Alusivo a esta otra contribución: “¡Qué brote de dopamina! –escribe la leída amiga– leer mi comentario en el editorial”. “Siempre se aprende, pero estos decires suyos me encantan”. “Voy a empezar a usar “embolia sectaria” y “catarata mental”.

(No escuché decirla –entra el Sisimite– pero, has de saber que esa frase se la atribuyen a Aristóteles. Dando a entender la prudencia de saber cuando guardar silencio y responsabilizarnos por lo que decimos. -Ah pues –interviene Winston– otro ejemplo que todo está dicho porque a Marx le atribuyen haber dicho: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”. Como otra frase parecida de Aristóteles: “El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”. -Hablando de sabios –interrumpe el Sisimite–¿quién dijo “el sabio no dice lo que sabe, y el necio, no sabe lo que dice”? -Sepa Judas –responde Winston– ya antes habíamos citado a Kant diciendo: “El sabio puede cambiar de opinión”. “El necio, nunca”. -Está bien –solloza el Sisimite– yo junto a Descartes “pienso, luego existo”. -¿Quién sabe –refuta Winston– que tan fiel podás ser al “cogito ergo sum”? Vos ya existías antes de pensar. Y ya antes de Descartes un filósofo español decía algo parecido, si no exactamente lo mismo: “Conozco que yo conozco algo. Todo lo que conoce es; luego yo soy”).